ARCHIVO - Los expertos del sueño apuntan que el "cronotipo" personal suele estar predeterminado genéticamente y no es tan fácil de cambiar. Foto: Silvia Marks/dpa-tmn

Cuando los niños van al jardín, no es tanto problema que se levanten a tiempo porque en muchos sitios pueden entrar algo más tarde. Pero ni bien comienzan la escuela, el asunto pasa a ser bien distinto. ¿A quién le gusta arrancar fuera del horario natural?

Es cierto que los niños por lo general amanecen temprano, pero a muchos les cuesta levantarse.

Hay gente como Christiane Würfel, médica especializada en cuestiones del sueño en niños y adolescentes, que aseguran que el cronotipo es una cuestión genética, con lo cual no sirve de nada decirle «¡a la cama temprano!» a una persona que es noctámbula y por naturaleza preferiría estar activa de noche y dormir en las horas tempranas del día.

Si bien cada niño es distinto, Würfel dice que los pequeños de seis años necesitan entre nueve y 12 horas de sueño en un lapso de 24 horas. Es decir, si no durmió siesta en el jardín de infantes, necesitará más horas de sueño por la noche.

De todos modos, atención. Würfel dice que no es lo mismo intentar que se vayan dos horas antes a la cama. «Si no suelen dormir en el jardín, es mejor ir adelantando su horario de descanso 15 minutos en la primera semana, 30 minutos antes en la segunda y así sucesivamente», detalla la experta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para que resulte más fácil que se queden dormidos, lo ideal es que no utilicen ningún aparato electrónico tres horas antes de irse a dormir. Esto se recomienda porque la luz azul de las pantallas inhibe la segregación de la melatonina, una hormona que alienta el sueño.

También es importante que el sitio en el que van a dormir esté oscuro, tranquilo y que no sea demasiado caluroso. Por supuesto que los ritmos regulares y el horario más o menos constante para acostarse y levantarse también son una gran ayuda. Würfel recomienda no alterarlo durante los fines de semana. «Por supuesto, puede dormir una horita más, pero no es conveniente que tenga un ritmo muy distinto al de la vida cotidiana», explica.

Otra gran opción es ir a la escuela a pie o en bici en lugar de en coche, porque «la luz solar sincroniza el reloj interno y también suprime la segregación de melatonina». Además, el movimiento activa la circulación, y eso hace que los pequeños estén mucho más despiertos cuando llegan a la escuela.

dpa