• 2ºC: El punto crítico de nuestro planeta
  • El Acuerdo de París establece como umbral que no debe sobrepasarse la misma temperatura que propuso Nordhaus a finales de los 70

Al profesor de Economía William Nordhaus (Nuevo Mexico, EEUU, 1941) el interés por el cambio climático le llegó por casualidad hace ahora más de 40 años. En 1975, después de terminar su tesis doctoral dirigida por el premio Nobel Robert Solow, el azar le llevó a compartir despacho durante una estancia de investigación en Viena con el científico del clima Allan H. Murphy. A partir de aquella experiencia, Nordhaus percibió la importancia del reto al que se enfrenta la Humanidad y trabajó hasta el año 1992 en el desarrollo del modelo más usado por los investigadores del clima en todo el mundo: el modelo DICE (dados, en inglés, y siglas en este idioma de modelo Dinámico e Integrado Clima-Economía) que integra variables como la demografía, el crecimiento económico o las emisiones de carbono para tratar de establecer el impacto monetario futuro de los efectos del cambio climático.

Desde entonces, Nordhaus es considerado como el ‘padre’ de la economía del cambio climático. Por ese motivo, el jurado del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático ha querido reconocer la decisiva aportación de este catedrático de la Universidad de Yale (EEUU) otorgándole dicho galardón en la décima edición por fundar el campo de la economía del cambio climático desarrollando «de forma pionera un modelo que integra las aportaciones de la ciencia del clima, la tecnología y la economía para responder a la pregunta: ¿Qué debe hacer el mundo para poner límites al cambio climático?«, según el acta del jurado.

«Ya en los años 70, Nordhaus intentó desarrollar una forma de solucionar el problema del calentamiento global antes de que muchos de los climatólogos que se dedicaban a este campo identificaran que era un problema», ha explicado el presidente del jurado, Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología en Hamburgo (Alemania).

Nordhaus se ha convertido en un referente en los mundos de la economía y del cambio climático. Su formación en finanzas le llevó a ser asesor del presidente Carter entre 1977 y 1979. Y su espíritu visionario y la precisión de sus modelos le hicieron proponer a finales de los años 70 un límite máximo de aumento de temperatura a partir del cual las consecuencias económicas serían insoportables para las sociedades humanas: 2ºC, precisamente la misma cifra sugerida por la ciencia y que se ha aceptado en el histórico Acuerdo de París como el umbral que no debemos sobrepasar si no queremos enfrentarnos a las peores consecuencias del calentamiento global.

Además de su modelo DICE y de sus aportaciones a las predicciones de los escenarios futuros en un mundo que aumenta de temperatura, sus obras de divulgación también son una referencia. «En una de ellas, ‘The Climatic Casino’ (El casino climático), presenta el cambio climático como un juego de alto riesgo», ha explicado el secretario del jurado, Carlos Duarte, director del Centro de Investigación del Mar Rojo y titular de una cátedra en la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología, en Arabia Saudí, durante la ceremonia de anuncio del premio. «Pero es un juego al que no tenemos por qué jugar», ha añadido.

Propone imponer un gravamen fiscal por la emisión de gases contaminantes

El propio Nordhaus ha participado en el acto del anuncio mediante videoconferencia y ha incidido en una de sus principales propuestas para limitar el aumento de la temperatura media global: gravar fiscalmente las emisiones de gases de efecto invernadero. «Las políticas fundamentales para reducir el impacto del cambio climático pasan por que gobiernos, empresas y hogares paguen un precio por las emisiones de carbono que realmente incluya el daño que generan esas emisiones tanto en términos de contaminación como de salud pública», ha explicado durante el acto.

En la actualidad, el precio de cada tonelada de CO2 emitida es de unos 7,5 euros para el sector industrial en la UE. Para Nordhaus, un gravamen realmente eficaz se situaría entre 30 y 40 euros por tonelada, que, extendido a todas las actividades contaminantes permitiría recaudar a los países entre un 1% y un 2% de su Producto Interior Bruto (PIB), suficiente para incentivar tecnologías de lucha contra el calentamiento.

El economista no se mostró durante el acto muy partidario de iniciativas globales como el Acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 países y que busca limitar el aumento de la temperatura global a 2ºC como máximo en 2100 respecto a la temperatura de la era preindustrial. «Es muy difícil lograr ese objetivo. Incluso tomando medidas muy ambiciosas desde hoy mismo no es sencillo limitar el aumento de la temperatura a 2ºC o 2,5ºC», ha asegurado. En su opinión, sería más efectivo crear algo como un «club de países» que se unan voluntariamente pararepartir los costes de la reducción de emisiones generadas por una actividad que genera beneficios para todos.

El propio director de la Fundación BBVA también quiso hacer referencia a los argumentos esgrimidos por los escépticos del clima en los últimos años. «Hace 10 años, cuando decidimos incluir la categoría de cambio climático, algunos nos preguntaron si estábamos seguros de querer incluir un campo tan controvertido», ha reconocido Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA. «Nosotros estábamos muy seguros de que el ruido que había no provenía de la comunidad científica. Ahora, nadie, salvo algunos líderes desnortados, duda de la importancia que tiene».