Los especialistas coinciden: es mucho mejor tomarse varias vacaciones
breves distribuidas en el año que hacer una única pausa larga. La
explicación es simple.
Si bien uno en las vacaciones largas y tan ansiadas suele lograr una
muy buena recuperación, el efecto no perdura mucho en el tiempo. Es
decir, esa satisfacción y relajación que logramos en las vacaciones
suele esfumarse muy pronto cuando nos reincorporamos a la vida
laboral.
Entonces lo mejor es tomarse unos días libres lo más seguido posible,
porque de ese modo reduciremos los lapsos de estrés entre una
vacación y la otra. Lo ideal es no colocar toda la motivación en unas
vacaciones larguísimas para las que falta casi todo el año de
trabajo.
dpa