Miami, 24 ene (EFE News).- Mientras el tequila mexicano ha conquistado el mundo y hoy cuenta con 120 países como clientes, su par brasileña, la cachaça, es una «cenicienta» fuera de su enorme mercado natural y para dar el salto precisa apoyo del Gobierno.

Fotografía cedida por la agencia de noticias del Senado Federal de Brasil, Agencia Senado, donde aparece el director ejecutivo del Instituto Brasileiro da Cachaça (IBRAC), Carlos Lima, durante una intervención ante una Comisión Conjunta del senado. EFE/ Jefferson Rudy/Agencia Senado
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«Parte de nuestro trabajo es cómo hacer que el gobierno brasileño se ponga la camiseta de la cachaça, así como el mexicano se puso la del tequila y el Reino Unido se puso la del whisky escocés», dice el director ejecutivo del Instituto Brasileiro da Cachaça (IBRAC), Carlos Lima, en una entrevista con Efe.

El mundo consume anualmente cerca de 1.000 millones de dólares en bebidas destiladas de caña de azúcar como la cachaça, pero apenas 15 millones de dólares del total corresponden a la bebida brasileña, cuya historia está ligada a la llegada de los portugueses a lo que hoy es Brasil en el siglo XVI.

Lejos de desanimarse con tan escaso peso en el mercado internacional, Lima afirma que eso «demuestra el potencial que hay para el crecimiento de nuestras exportaciones».

Lima reconoce que «la organización sectorial de México con la creación del Consejo Regulador del Tequila es un modelo que el IBRAC lleva mucho tiempo persiguiendo en Brasil».

Ramón González Figueroa, director del Consejo Regulador del Tequila, no quiere atribuir a ese organismo privado todos los méritos de la internacionalización de la bebida obtenida del agave -«es toda la cadena productiva dentro del consejo», dice-, pero rezuma orgullo cuando desgrana el resultado del año 2019.

«Creo que es el mejor de la historia del tequila», subraya.

La producción pasó de 312 millones de litros en 2018 a 351,7 millones en 2019, un 12 % más, y en un par de años, adelantó, se va a duplicar, pues se están plantando millones de agaves, una planta que crece en climas semi áridos de México.

Las exportaciones subieron un 10 %, de 222,7 millones de litros a 245,8 millones el año pasado. «En 2019 exportamos a razón de 467 litros por minuto», subrayó.

También se batió un récord en consumo de agave: 1.343.000 toneladas en 2019, un 18 % más que en 2018.

El director del Consejo Regulador destaca también que ya son 51 países los que reconocen al tequila tods los derechos de propiedad intelectual, después de que lo hicieran en 2019 los 28 de la Unión Europea, Hong Kong y precisamente Brasil.

Su colega del IBRAC está a la espera de conocer el cierre de 2019, pero apunta algunos números: «son cerca de mil productores y estimamos que la producción sea del orden de unos 700 millones de litros al año».

Las exportaciones rondan los 8 millones de litros, lo que supone para Brasil unos ingresos de 14 a 15 millones de dólares, agrega.

Cuando se le pregunta las razones de que la cachaça no haya hecho su despegue internacional, responde: «el principal motivo es la falta de recursos para la exportación. Falta una acción conjunta y alineada de promoción de las exportaciones».

El inicio de la producción en 1516 hace que esta bebida sea el primer destilado de Latinoamérica, anterior al pisco, el tequila o el ron, y que haya estado presente en la vida cotidiana del brasileño desde aquellos lejanos tiempos.

No es la bebida alcohólica más consumida, algo en lo que la cerveza es reina, pero sí la más consumida de las destiladas, con un 72 % del mercado.

Algo similar ocurre en México. El tequila es la bebida alcohólica de alta gradación más consumida en el país, con un 35 % del total, pero no es líder a nivel general.

La elevada carga fiscal que soportan ambas bebidas no ayuda a mejorar los resultados internos.

«La cachaça es la bebida más tributada del país. De hecho, es el producto, en general, más tributado y tenemos un gran miedo de que con la reforma impositiva (…), la tributación sobre los destilados, incluyendo la cachaça, sufra un incremento», afirma Lima.



Precisamente el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, dijo estos días en el marco del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) que el Gobierno de Jair Bolsonaro estudia aumentar el impuesto a bebidas como la cachaça.

El temor del Consejo Regulador del Tequila son los impuestos que algunos estados mexicanos quieren introducir, que se añadirían al 53 % del impuesto especial a la producción y servicios y al 16 % del impuesto al valor agregado ya en vigor.

Más del 70 % del precio que paga el consumidor mexicano corresponde a impuestos, dice González Figueroa, quien responde que «hasta ahorita no» cuando se le pregunta si eso no va a hacer que los mexicanos dejen de tomar tequila.

Tanto la cachaça como el tequila son las primeras denominaciones de origen que se crearon en sus respectivos países.

Lima echa de menos para la bebida brasileña políticas de protección de la propiedad intelectual en el ámbito internacional como ha conseguido México para el tequila.

«La cachaça está protegida solo en Estados Unidos, México, Colombia y Chile y recientemente logramos incluirla en el ámbito del acuerdo UE-Mercosur y esperamos que pueda estar por fin protegida en la Unión Europea como una indicación geográfica», subrayó.

Lima subrayó que exportar cachaça, «un producto exclusivo de Brasil», significa llevar la imagen del país por el mundo y eso puede impulsar la entrada de otros productos brasileños en el mercado internacional.