La comunidad latina ha enfrentado este año los ataques contra la inmigración en un ambiente «radicalizado» por los republicanos y las campañas presidenciales de este partido, especialmente por su precandidato Donald Trump.




Este reto comenzó apenas en el inicio de 2015 cuando unos cinco millones de indocumentados que para entonces hubieran podido empezar a beneficiarse de los alivios migratorios del presidente Barack Obama vieron frustradas esas ilusiones en una corte federal.

«Es una muestra de odio organizado que 26 estados se hayan unido para demandar a los indocumentados, demandar unas medidas de Obama que iban a estabilizar a muchos niños», lamentó en entrevista con Efe Nora Sándigo, presidenta de la organización Fraternidad Americana.

El 18 de febrero, el juez Andrew Hanen falló a favor de 26 estados, en su mayoría liderados por republicanos, que demandaron los alivios migratorios que Obama decretó en noviembre de 2014, entre ellos la ampliación de la Acción Diferida (DACA) para estudiantes indocumentados.

Según la Asociación Americana de Abogados de Inmigración (AILA), estas demandas «con motivaciones políticas han paralizado los históricos programas» de Obama, que además buscaba regularizar a padres de ciudadanos o residentes legales bajo el programa DAPA.

Este estancamiento judicial se mantiene hasta hoy, durante un año previo a las elecciones presidenciales del 2016 en el que los aspirantes republicanos han extremado el debate migratorio, especialmente impulsados por la retórica antiinmigrante de Trump.

«Es un campaña enorme y bien radical, orquestada por los grupos que están en contra de los inmigrantes», expresó Sándigo.

Agregó que la campaña además «ha encontrado mucho más eco y ha despertado a mucha más gente que tenía los sentimientos en contra de los inmigrantes, pero que no los había logrado canalizar».

La Liga Antidifamación Judía (ADL) y el Southern Poverty Law Center (SPLC) advirtieron además de que este «lenguaje incendiario», incitado principalmente por Trump, tiene consecuencias de violencia contra los latinos y otros grupos minoritarios.

En junio pasado, el magnate inmobiliario se refirió a los indocumentados de origen mexicano como «criminales» y «violadores» durante la presentación de su candidatura, a lo que sumó un duro plan migratorio que busca deportar a «todos» los indocumentados.

Trump, que desde entonces ha liderado la mayoría de las encuestas de su partido, revivió entre los republicanos términos ofensivos como el de «bebés ancla», al referirse a los hijos de indocumentados nacidos en el país, a quienes buscará negar la nacionalidad automática.

Mark Potok, portavoz de SPLC, dijo a Efe que esta clase de palabras «tienen consecuencias, se convierten en ataques criminales, especialmente si vienen de personajes bien conocidos».

America’s Voice publicó en septiembre pasado un «Mapa de odio» con el efecto de la retórica de Trump, en el que reseñó por lo menos trece incidentes xenófobos contra la comunidad latina en menos de dos meses.

Entre ellos una paliza propinada en agosto por dos hermanos a un indigente de origen hispano en Boston (Massachusetts) y las alusiones al «Poder Blanco» de los supremacistas y llamados a matar indocumentados en la frontera en un acto político del magnate en Alabama.

Según America’s Voice, los ataques de Trump contra las minorías han servido para que los demás precandidatos republicanos «se vuelquen a la derecha en el tema inmigración».

Este extremismo en el tema de inmigración ha alejado aún más la posibilidad de una reforma integral bajo el gobierno Obama, que legalice a unos once millones de indocumentados en el país.

De hecho, el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, basado en un compromiso que hizo con el ala más conservadora del partido antes de su elección, aseguró que no iba a impulsar una reforma migratoria durante lo que resta del periodo presidencial de Obama.

Ryan siguió así la misma línea de su antecesor John Boehner, quien en 2013 se negó a someter a votación en la Cámara baja un proyecto de reforma migratoria que había sido aprobado en junio de ese año por ambos partidos en el Senado.

El proyecto incluía un camino a la ciudadanía para los indocumentados, posibilidad casi erradicada entre los precandidatos republicanos, que enfatizan principalmente en reforzar la seguridad en la frontera con México, para la cual Trump ha prometido un muro como la Gran Muralla china.

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