La OPS indicó que, hasta el momento, el COVID-19 es la mayor amenaza de salud pública que la humanidad ha enfrentado en un siglo y de allí la urgencia de la vacuna

La rapidez sin precedentes con la que se han desarrollado las vacunas contra el COVID-19 ha puesto otra vez sobre la mesa un interrogante: ¿por qué otros virus de impacto global como el VIH aún no cuentan con antivirales efectivos?

Si bien en diciembre pasado una candidata de la farmacéutica belga Janssen entró en la fase final (III) de ensayos clínicos, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) -que si no se trata causa el sida- ha visto pasar ya una década sin un intento exitoso por lograr un medicamento que evite su infección crónica del cuerpo humano.

En tanto, y mientras 38 millones de personas en el mundo están infectadas por este virus, otro patógeno, el SARS-CoV-2, ha logrado en tan solo un año y medio que la industria farmacéutica desarrolle vacunas funcionales que estimulan con éxito una respuesta inmunitaria y que, incluso, han revolucionado la biotecnología.

En esta carrera han ganado la urgencia de contener un contagio masivo, la experiencia previa con epidemias de otros coronavirus y la necesidad apremiante de medicamentos para contener el COVID-19.