Las flores son un gesto de bienvenida que hará sentir cómodos a los huéspedes. foto: Christin Klose/dpa-tmn

Quienes reciben visitas seguido saben el desafío que puede
representar ser un buen anfritrión, sobre todo cuando los huéspedes
pasan la noche en casa o incluso varios días. Si bien los familiares
y amigos que se quedan en nuestra casa no esperan estándares de
hotel, siempre es bueno ser un anfitrión atento.

Las flores son un gesto de bienvenida que hará sentir cómodos a los huéspedes. foto: Christin Klose/dpa-tmn

Algunos consejos simples: las camas ya deberían estar hechas antes de
la llegada de los huéspedes. Poner en la mesita de luz una tarjetita
con un mensaje de bienvenida es una buena forma de transmitir a la
visita que es bienvenida en casa. Sobre la mesa de luz se pueden
colocar también una botella de agua mineral, un vaso y quizá un
pequeño dulce. Las flores frescas también ayudan a crear un clima de
bienestar. Sin embargo, no deben ser de un aroma demasiado fuerte, ya
que no a todas las personas les gustan los mismos perfumes.

También es importante hacer lugar. Incluso los familiares que están
de visita por poco tiempo no deberían verse obligados a tener la ropa
en la maleta durante toda su estadía. Como mínimo, hay que dejar
libres uno o dos estantes o cajones para que puedan acomodar la ropa.

Otro consejo es despejar el cuarto lo más posible de objetos
personales. Es decir que, si el invitado dormirá en el cuarto de uno
de los niños, lo considerado es sacar las decenas de peluches de la
cama. El baño debe estar limpio y en él también debe haber lugar para
que el huésped pueda colocar su cepillo de dientes y sus productos de
higiene.

Para que el invitado se sienta bienvenido desde el primer momento,
nada mejor que prepararle una comida casera. La mayoría de las veces,
los invitados llegan de un largo viaje y tienen hambre y sed. Por
eso, debería estar esperándolos una comida caliente o al menos un
snack. Luego de darle algo de comer, conviene mostrarle la casa al
invitado para que pueda orientarse solo en ella.

Durante este recorrido, conviene ir brindándole pequeñas pistas al
huésped, como por ejemplo “aquí puedes dejar tu abrigo”, “aquí
guardamos el té y el café”.

Cuánto debe ayudar el huésped en la rutina de la casa depende de
quién se trate. Si es un amigo cercano de la misma edad, se le puede
pedir perfectamente que ayude a poner la mesa o a cocinar. Si es una
persona mayor, como una abuela en cuya casa se ha sido mimado durante
la infancia, lo que corresponde es devolverle las atenciones que uno
tuvo de niño y que no tenga que hacer nada.

Para evitar discusiones y malos entendidos, lo mejor es comunicarse
claramente de antemano y aclarar cuestiones como: “¿Tengo que llevar
sábanas?”, “¿Llevo toallas o me las das tú?”. También se le puede
preguntar al invitado si es alérgico a algún alimento.

Una de las cuestiones que más rispideces suele provocar es cuánto
tiempo se dedicará al huésped. Para evitar problemas, lo mejor es
dejar en claro si se lo podrá acompañar a cada excursión que quiera
hacer o cuánta disponibilidad horaria se tiene.

Así y todo, más allá de las atenciones del anfitrión, lo cierto es
que es el huésped el que debe adaptarse a las costumbres de la casa.
Es decir: no tiene por qué pedir servilletas de tela si en la casa se
usan servilletas de papel.