La Roja se impuso a los cafetaleros con anotaciones de Charles Aránguiz y José Pedro Fuenzalida. El domingo enfrenta a la albiceleste en New Jersey.

El actual campeón de América cruzó el continente para revalidar laureles y está a solo un paso de conseguirlo. El triunfo por 2-0 sobre Colombia, con anotaciones de Charles Aránguiz y José Pedro Fuenzalida, colocó a la Roja en la final contra Argentina, el domingo a las 20 horas en el Metlife Stadium, de New Jersey.

Juan Antonio Pizzi enfrentaba el partido contra los cafetaleros con dos piezas menos del exitoso tridente mágico del mediocampo: el suspendido Arturo Vidal y el lastimado Marcelo Díaz. Pero el tercero del ramillete, Charles Aránguiz, se encargó de mostrar su categoría. Charles Mariano se disfrazó de centrodelantero para abrir la cuenta a los siete minutos, cuando Colombia recién se acomodaba en el campo.

José Pedro Fuenzalida desbordó a Fabra, enganchó a lo Cristiano y su centro para Alexis fue interceptado por Cuadrado, quien involuntariamente habilitó de cabeza al volante del Bayer Leverkusen. Aránguiz conectó la pelota en el área chica y no celebró de inmediato, porque pensaba que estaba fuera de juego. Tras ver al juez asistente celebró aliviado.

Colombia no terminaba de reponerse de ese fuerte golpe en el round de estudio cuando les llegó un segundo recto al mentón. Claudio Bravo sacó largo, Alexis desbordó a Arias y remató al arco. David Ospina desvió la pelota con la punta de los dedos, dio en el palo y Fuenzalida la empujó dentro de la portería.

Chapita anotó su segundo gol en el torneo y le dio la razón a Pizzi al incorporarlo en lugar de Edson Puch, el hombre que deslumbró contra México. El lateral-delantero que el técnico conoce bien desde sus tiempos de la UC participó en las dos conquistas de la Roja.

Colombia necesitó 12 minutos como cuenta de protección. Recién a los 23′ pudieron aproximarse al arco chileno y Bravo respondió con categoría ante un tiro a quemarropa de Roger Martínez.

De ahí en adelante el portero del FC Barcelona tuvo mucho trabajo y una reivindicatoria actuación tras el flojo partido ante Panamá. A los 34′ le sacó un mano a mano a Arias y a los 45′ tuvo tres tapadas seguidas: la mejor ante un tiro angulado bajo de Carlos Sánchez y terminó la seguidilla con un descuelgue al estilo del Cóndor Rojas.

Un momento clave para la Roja fue a los 25 minutos, cuando la rodilla izquierda de Pedro Pablo Hernández quedo aprisionada entre Sánchez y Torres. El volante del Celta de Vigo no pudo seguir y Pizzi envió al campo a Erick Pulgar, uno que le tocó debutar en semifinales de la Copa América.

Desde ese momento fue Colombia quien tomó la riendas del juego. Un impreciso James Rodríguez no fue capaz de hilvanar jugadas de riesgo y tres remates suyos se fueron desviados.

Al filo del entretiempo, Zapata desplazó con un caballazo a Eduardo Vargas que los chilenos reclamaron como penal, pero que el juez desestimó.

La tormenta eléctrica vino en el entretiempo, el más largo de la historia de una selección chilena, que se prolongó por poco más de dos horas y media.

En la reanudación sobre un campo anegado, donde costaba que el balón corriera, el juez Joel Aguilar no cobró una falta penal de Jara a Torres. En ese lento y errático transitar, Carlos Sánchez golpeó duro a Aránguiz y recibió la segunda amarilla. En el minuto 57, Colombia se quedó con un jugador menos.

Pese a la desventaja, Colombia le metió presión sobre su propio campo a Chile y transitó con mucho peligro por el área de la Roja. Pero el equipo de Pizzi no renunciaba al ataque y un cabezazo de Pulgar estuvo a punto de convertirse en el tercer gol.

Chile resistió, hubo un penal a Alexis a dos minutos del final y finalmente celebró lo que fue el partido más largo de su historia y el que le dio los pasajes a la gran final contra Argentina, el domingo, en el ex estadio de los Gigantes de Nueva York.

Un año después, la historia se repite. Esta vez es lejos de casa, pero siempre con un desempeño lleno de eficiencia y espectacularidad. Como para soñar con algo grande en la ciudad que no duerme.