Un Ártico recalentado está produciendo fenómenos meteorológicos
extremos en latitudes medias del hemisferio norte, de acuerdo con un
nuevo modelo climático.

Conbinando su modelo de clima global con un nuevo algoritmo de
aprendizaje automático sobre la química del ozono, investigadores
atmosféricos en el Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz para la
Investigación Polar y Marina (AWI) creen que su simulación puede
representar con precisión el curso sinuoso frecuentemente observado
de la corriente en chorro, una importante corriente de aire en el
hemisferio norte.

Usando su nuevo modelo combinado, ahora pueden demostrar que el curso
de onda de la corriente en chorro en invierno y las condiciones
climáticas extremas subsiguientes, –los brotes de aire frío en
Europa Central y América del Norte– son el resultado directo del
cambio climático. Sus hallazgos se publican en Nature Scientific
Reports.

Durante años, los investigadores del clima de todo el mundo han
estado investigando la cuestión de si el curso sinuoso de la
corriente de chorro en el hemisferio norte, observado con frecuencia
creciente en los últimos años, es un producto del cambio climático o
un fenómeno aleatorio que se puede rastrear hasta variaciones
naturales en el sistema climático.



El término “corriente en chorro” se refiere a una poderosa banda de
vientos del oeste en las latitudes medias, que impulsan los
principales sistemas meteorológicos de oeste a este. Estos vientos
azotan el planeta a una altitud de aproximadamente 10 kilómetros, son
impulsados por las diferencias de temperatura entre los trópicos y el
Ártico, y en el pasado, a menudo alcanzaban velocidades máximas de
hasta 500 kilómetros por hora.

Pero en los últimos años, como confirman las observaciones, los
vientos flaquean cada vez más. Con menos frecuencia vuelan a lo largo
de un curso recto paralelo al ecuador; en su lugar, se extienden a
través del hemisferio norte en olas masivas. A su vez, durante el
invierno, estas olas producen intrusiones inusuales de aire frío
desde el Ártico hacia las latitudes medias, como el frío extremo que
afectó al Medio Oeste de los EE.UU. a finales de enero de 2019. En el
verano, una corriente de chorro debilitada condujo a un calor
prolongado y condiciones secas, como las experimentadas en Europa,
por ejemplo, en 2003, 2006, 2015 y 2018.

Estas conexiones fundamentales se conocen desde hace algún tiempo.
Sin embargo, los investigadores no han tenido éxito en retratar de
manera realista el curso vacilante de la corriente en los modelos
climáticos o demostrar una conexión entre los vientos vacilantes y el
cambio climático global.

Los investigadores atmosféricos en el AWI en Potsdam ahora han
superado ese obstáculo al complementar su modelo climático global con
un componente innovador para la química del ozono. “Hemos
desarrollado un algoritmo de aprendizaje automático que nos permite
representar la capa de ozono como un elemento interactivo en el
modelo, y al hacerlo, para reflejar las interacciones de la capa de
ozono y estratosfera”, dice en un comunicado el primer autor e
investigador atmosférico de AWI, Erik. Romanowsky. “Con el nuevo
sistema modelo ahora podemos reproducir de manera realista los
cambios observados en la corriente de chorro”.

De acuerdo con los hallazgos del equipo, el retroceso del hielo
marino y el aumento de la actividad de las ondas atmosféricas que lo
acompañan están creando un calentamiento significativo, amplificado
por ozono, de la estratosfera polar. Dado que las bajas temperaturas
polares forman el motor de la corriente en chorro, el aumento de las
temperaturas en la estratosfera está causando su atenuación. A su
vez, este debilitamiento de la corriente en chorro ahora se está
extendiendo hacia abajo desde la estratosfera, produciendo extremos
climáticos.

Fuente: Europa Press