Por: Nancy Nunez

¿Te imaginas la asignación de un proyecto o trabajo para el cual no has recibido capacitación previa? Para el que no has tomado múltiples cursos previos, ni has estudiado años para obtener un título y luego desempeñarlo. Y sin embargo, se trata de uno de los papeles más importantes que un ser humano llevará a cabo en su vida: ser madre.

Creo que la mayoría de las mujeres estarán de acuerdo conmigo en que ser madre es uno de los desafíos mas grandes que enfrentaremos a lo largo de nuestra vida y del cual nunca terminaremos de aprender. Desarrollar el papel de mamá nunca dejará de sorprendernos y de presentar retos a nuestras cualidades y sentidos. Aprender a cargarlo, asearlo y darle de comer a ese pequeño humano es solo el principio de un largo camino que no cesará hasta el último respiro de nuestra vida; y hasta el día del aliento final, ellos serán seguramente los que ocupen nuestros pensamientos. Sin importar lo grandiosamente educados o los excelentes seres humanos en los que se hayan convertido, desde el día de su nacimiento y hasta nuestra exhalación postrera, nunca abandonarán nuestros proyectos.

Y ahí ves a la anciana, con la piel arrugada y los huesos torcidos, caminando lentamente y recordando cada día con menos claridad las fechas y hechos más importantes de su vida, siempre preocupada por los hijos. Aun así, en su vejez, prefiere aguantar cualquier tipo de hambre y frío y tomar cualquier lugar o sufrimiento en el lugar de ellos.

Aprendemos a ser madres por instinto, a amarlos desinteresadamente y hasta el infinito. A pesar de que nadie nos enseña el truco, entre tropezones, caídas y raspones aprendemos los gajes del oficio. Será difícil llenar las expectativas de los hijos; a veces hasta nos sentiremos criticadas o juzgadas, igual que alguna vez lo hicimos con nuestras madres en nuestro papel de hijos. 

Al final del sendero y cuando estamos ya a la misma altura del camino, logramos entender muchas cosas y comprendemos el amor infinito que nos brindó aquella mujer, nuestra propia madre, que también actuó por instinto. 

En la vida nos esforzamos por ser reconocidas en diferentes aspectos y exigimos igualdad y respeto; sin embargo, para el papel más importante que desempeñamos en nuestra vida lo hacemos sin esperar ningún reconocimiento. Porque el trofeo más grande es la sonrisa de nuestros niños. Sí, también de esos veinteañeros, cuarentones o sesentones que seguirán siendo nuestros pequeños.  No olvidemos nunca el amor puro que esa mujer, ahora canosa o anciana ha sentido por nosotros, los cuidados y sacrificios que por voluntad propia hizo, todo a causa de un amor tan grande como el que solo una madre puede sentir. 

Nada se compara con el amor de mamá, con su calor y cariño; por esto y mucho más, durante el mes de mayo queremos decirte: ¡Felicidades mamá! 

Nancy Núnez