Se acabó la época de ídolo juvenil: ahora es tiempo de ser una «mujer peligrosa», según sus palabras. Así cautivó anoche Ariana Grande a sus fans en un concierto en el Fórum de Los Ángeles en el que esbozó su estrategia para ser una artista de futuro más allá de sus éxitos como adolescente.

La cantante de 23 años se encuentra de gira por Norteamérica y Europa con el tour «Dangerous Woman» (mujer peligrosa), que toma el nombre de su tercer álbum y que tendrá una sola parada en España el próximo 13 de junio en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Forjada como cantante precoz y estrella televisiva, Ariana Grande trata ahora, como hicieron en el pasado Miley Cyrus o Selena Gómez, de mostrar una cara más madura para escapar del estereotipo de la sensación juvenil que luego de adulto se convierte en un juguete roto.

En esta táctica encaja su disco «Dangerous Woman» (2016), con letras más explícitas y alejadas de lo puramente adolescente que presentó hoy en Los Ángeles, eso sí, ante un público mayoritariamente femenino y de edad de instituto arrodillado por completo ante su cantante favorita.

Una empleada del Fórum de Los Ángeles aseguró hoy a Efe que esperaban que «más del 90 %» de los asistentes fueran chicas, por lo que numerosos aseos de hombres del estadio se adaptaron esta noche para que fueran baños de mujeres.

Y con un público tan joven, las colas en los puestos de perritos calientes y palomitas fueron mucho más largas que las de las barras que servían cerveza.

Tras una cuenta atrás y con una elegante proyección en blanco y negro saltó al escenario Ariana Grande cantando «Be Alright» entre la euforia de sus seguidores.

En el mundo de la artista de ascendencia italiana no hay tiempo para el respiro, y la velada de Los Ángeles consistió en una sucesión sin descanso de canciones acompañada por un escuadrón de bailarines y una presentación audiovisual muy cuidada gracias a una enorme pantalla que cruzaba todo el escenario.

Tarimas que subían y bajaban, humo y llamaradas de fuego sobre las tablas, globos cayendo del techo y la inesperada aparición de un gimnasio, con bicicletas estáticas incluidas, fueron algunos de los detalles más vistosos y creativos de la noche.

Dividido en cuatro partes con interludios musicales y breves pausas para que Grande se cambiara de vestuario, el concierto se apuntó sus primeros tantos con «Everyday» y «Bad Decisions», cuya letra imagina un amor a lo «Bonnie and Clyde».

A la cantante, por su potente, expresiva y versátil voz aguda, la han comparado frecuentemente con Mariah Carey, con quien comparte gusto e inclinación por el pop y el R&B.

Dentro de ese abanico musical sonaron hoy la urbana «Knew Better», la romántica «One Last Time» y algunas sorpresas como el toque disco de «Greedy» o la balada de inspiración Motown que es «Moonlight».

Consolidada como una de las artistas con más popularidad en las redes sociales (sólo en Instagram tiene más de cien millones de seguidores), Grande acapara éxitos que suenan en las discotecas de medio mundo y que hoy arrasaron en Los Ángeles como «Side to Side» o las contundentes «Bang Bang» y «Break Free».

Sin apenas frases entre temas pero lanzando besos sin parar a lo largo del recital, la artista también reivindicó las diferentes facetas de la feminidad con un vídeo que mostraba adjetivos como «conmovedora», «salvaje» o «feroz» antes de iluminar con mayúsculas la palabra «mujer», lo que provocó grandes aplausos entre el público.

En la parte final del concierto brilló el aire despreocupado de «Sometimes» y la sensual «Into You», en la que Grande pide a su pareja «algo menos de conversación» y «un poco más de tocarme el cuerpo».

Con tiempo hasta para invitar al escenario a su novio Mac Miller para cantar juntos «The Way», Grande se despidió de Los Ángeles por todo lo alto con el tema «Dangerous Woman», cuya letra incluye lo que casi parece una declaración de intenciones para su futuro: «No necesito permiso, tomé la decisión de probar mis límites».