Sin embargo, en este 2016, llegó a un inquietante mínimo histórico de 14,52 millones de kilómetros cuadrados, una cifra superior a tres veces el área de Estados Unidos (9,8 millones). Durante el 2015 esta cifra fue baja, pero ligeramente superior a la de este año: con 14,54 millones de kilómetros cuadrados.
Científicos de la NASA y del Centro Nacional de Nieve y Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés) aseguran que desde 1979, la extensión máxima de la capa de hielo en el Ártico ha experimentado una pérdida de más de 990.000 kilómetros cuadrados de hielo, área similar a unas tres veces el estado de Arizona. Normalmente ella se derretía en verano y primavera y se recuperaba durante el otoño e invierno, pero eso está ocurriendo cada vez menos.
¿Por qué? Según los expertos hay tres variables que se conjugan.
La primera es la temperatura global atmosférica. La alerta coincide precisamente con los datos de a Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y la Organización Metereológica Mundial que muestran que en los meses de enero y febrero se han registrado las temperaturas más altas a nivel global y también en el Ártico.
Walt Meier, científico de la agencia espacial NASA puntualiza que el aire en enero y febrero ha estado hasta 10° Celsius por encima de la media en las zonas donde la capa de hielo es más vulnerable y delgada.
Esto afecta ya el hábitat de aves marinas como el arao de Brünnich, el cormorán, la gavina y el eider real, así como las focas barbudas que se congregan en la zona durante la temporada de invierno y corales de hasta 2,000 años, confirma la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El derretimiento de esta placa y su deterioro significa una alerta para todo el mundo porque el hielo del Ártico desempeña un papel clave en el mantenimiento de la temperatura o termostato del planeta. Los especialistas explican que esta superficie blanca de hielo es responsable de reflejar una gran cantidad de la luz solar que de otra manera sería absorbida por el océano y lo calentaría aún más.
La segunda variable que contribuye es el viento.
El científico de NASA enfatiza que el patrón que ha seguido el viento en el Ártico tampoco ha contribuido a engrosar la capa de hielo porque más bien ha atraído aire caliente desde el sur. Ese aire caliente promueve la evaporación de agua, lo que desencadena una atmósfera más cálida.
La tercera variable que aporta en esta situación es el alza en la temperatura del océano.
«Aparte del calentamiento de la atmósfera, el agua de los océanos también lo está sufriendo. Si continúa, esto no permitirá que el hielo se expanda hacia el sur tanto como solía hacerlo habitualmente», concluye el especialista.
Durante los últimos 13 años se han confirmado los registros históricos más alarmantes de cómo esta capa de hielo se está “encogiendo”.